24 junio 2006

VIVIR BAJO AL PROTECCION DE SU FORTALEZA

“VIVIR BAJO LA PROTECCION
DE SU FORTALEZA”

SALMOS 57: 1 “TEN MISERICORDIA DE MI OH DIOS, TEN MISERICORDIA DE MI. PORQUE EN TI HA CONFIADO MI ALMA, Y EN LA SOMBRA DE TUS ALAS ME AMPARARE, HASTA QUE PASEN LOS QUEBRANTOS”.


A menudo, no por decir que diariamente nosotros somos testigos de tragedias, ya sea como testigo presencial de ésta misma o también a través de la televisión, los diarios y así todos los medios de comunicación; quien muestra las más horrendas tragedias que a veces ni siquiera podemos imaginar que puedan suceder a otras personas, y de alguna manera decimos “esto nunca me ocurrirá a mi”, talvez por el hecho de pensar que estamos exentos de una tragedia. Y con un espíritu de negación personal nunca consideramos que haríamos si tuviésemos que pasar por una situación como esta.

Es esta falta de preparación la que nos deja tambaleando cuando nos toca vivir una tragedia en carne propia, ya que debemos tomar en cuenta y tener conciencia de que no porque seamos hijos de Dios, estaremos libres de vivir una situación difícil. Por ejemplo; la muerte de un padre, o de una esposa (o), el descubrimiento de una enfermedad terminal, la muerte de un hijo durante el parto, etc., creo que éstas experiencias nos llevan a ponernos de rodillas y nos empujan a buscar algo o alguien que nos alivie el dolor; pero cuando no encontramos el alivio inmediato nuestro esfuerzo se derrumba y comenzamos a sufrir inconsolablemente.

Mientras lágrimas caen libremente a menudo sentimos pérdida del control, después de todo el sufrimiento es un sentimiento poderoso que no está dispuesto estar en confines de la mente humana. Este sentimiento penetra el alma y el corazón creando una carga emocional; nuestros ojos están llenos de lágrimas, nuestro corazón desfallece y en nuestros oídos se distorsionan todos los sonidos a nuestro alrededor.

Es posible que en la Biblia nadie describa el sufrimiento de una manera tan conmovedora como lo hace David. La mayoría de los salmos están compuestos de expresiones dolorosas del corazón que transmiten su necesidad de obtener la fortaleza de Dios.
En vez de conciliar su agitación interna, David expone sus intratables sentimientos a Dios, en Salmos 6: 6- 7 dice “me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches inundo de llanto mi lecho; riego mi cama con mis lágrimas. Mis ojos están gastados de sufrir; se han envejecido a causa de mis angustiadores”. Las palabras de David son las de un hombre devastado, exhausto y desgastado emocionalmente, sin embargo, rápidamente reconoce que Dios es el único que puede aliviar su dolor.

Tan grande fue el entendimiento de David acerca del poder de Dios para consolarle y fortalecerle que se entregó a él completamente. El confió en que el Señor lo sostendría como lo declara en Salmos 42: 8 “pero de día mandará Jehová su misericordia y de noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida”. Que le protegería e incluso contaría sus lágrimas, como lo dice en el Salmos 56: 8 “mis huidas tú has contado; pon mis lágrimas en tu redoma; ¿no están ellas en tu libro? Esta era la confianza que tenía David en si Dios, que incluso contaba sus lágrimas cada vez que él lloraba y se encontraba en sufrimiento.

Nosotros aún cuando estamos conscientes del consuelo de Dios, el sufrimiento se expone a un territorio desconocido en nuestra vida espiritual. Mientras luchamos por asimilar el dolor, podemos llegar a sentirnos inmovilizados por una pregunta que persiste en nuestra mente. ¿Porqué?, ¿porqué perdí a la persona que más quiero?, ¿porqué Dios permitió que esto pasara?; y no podemos hallar respuesta, estas suposiciones pueden llevarnos a un peligroso círculo de dudas y a la destrucción propia. Para sobrepasar este doloroso proceso es necesario buscar la verdad en las encrucijadas del sufrimiento y la recuperación.

Pero pese a todas estas situaciones difíciles que debemos enfrentar, podemos confiar plenamente en Dios, que es la fuente de nuestra fortaleza. Tan pronto empecemos a confiar en Dios en estos tiempos de necesidad y aflicción, podremos descubrir que hay fortaleza divina disponible para cada uno de nosotros, esta fortaleza que viene de Dios se puede expresar en lo intelectual, moral, físico y espiritual; y se presenta justo en el momento necesario para enfrentar y vencer los obstáculos. Esta es la fortaleza que el apóstol Pablo experimento una y otra vez. Es la fortaleza que esta disponible para todo hijo de Dios, pero sólo a través de la completa dependencia de él.
Las tragedias en nuestra vida pueden transformarse en triunfos a través de la fuente de esta fortaleza que es Jesucristo, ya que cuando por fe recibimos a Cristo como nuestro Salvador personal, él viene a morar dentro de nosotros en la presencia del Espíritu Santo. La fortaleza para sobrevivir, el poder para resistir y habilidad para vencer, ya moran en nosotros con la presencia de Jesucristo en nuestros corazones a través de su Espíritu Santo.

¿Por qué Dios envió su Espíritu Santo a morar en nosotros? Porque él entendió nuestras debilidades y fragilidad, él sabía que no podríamos sobrevivir por nosotros mismos. Por ejemplo; Jesús sabía que sus discípulos enfrentarían grandes pruebas y tribulaciones a raíz de su muerte. El también sabía que lo negarían y traicionarían, al saber lo que vendría Jesús les dijo a sus fieles seguidores, “no os dejaré huérfanos, vendré a vosotros “(Juan 14: 18).

La promesa de Jesucristo involucra enviar a un ayudador, parte de sí mismo, para permanecer con ellos, así nunca estarían solos, como lo podemos leer en Juan 14: 26 “más el consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo o que yo os he dicho.”
A pesar de saber que es reconfortante creer que no estamos solos en nuestras tragedias y dificultades, muchos cristianos aún no comprenden por que debemos experimentar situaciones difíciles. Pero debemos tener en cuenta que todo lo que sucede es por la bendita voluntad de Dios nuestro Padre, con un propósito, como lo relata Pablo en la carta a Filipenses en el capítulo 4: 13, “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Pero no debemos solamente leer y/o escuchar este pequeño versículo, sino que es necesario al igual como lo hizo el apóstol, aprender a valorarlo y creer que es verdad. Pablo aprendió a valorar esta cita bíblica cuando le fue necesario pasar por distintas situaciones, en las cuales solo pudo salir victorioso poniendo toda su confianza en Dios.

Podemos leer a menudo, como decíamos al principio, sobre tragedias que día a día suceden a nuestro alrededor, sin embargo nunca entenderemos el valor de la gracia y misericordia de Dios hasta que nos encontramos en necesidad de tenerla. Pero como podemos estar seguros de la fortaleza que nos entrega Dios, la respuesta se encuentra en la debilidad, lo puesto a la fortaleza. En 2° de Corintios 12: 9 Pablo comparte una gran revelación en cuanto a sus propias debilidades cuando dice: “Y me ha dicho: bástate mi gracia; por que mi poder se perfecciona en la debilidad, por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mi el poder de Cristo”. Pero talvez usted se preguntará que significa este versículo, pues quiere decir que cuando nos encontramos en el final de la soga, podemos cuantiar nuestras debilidades por la gloria que nos da la fortaleza de Dios, es decir, que estaremos dispuestos a experimentar la fortaleza divina al mismo grado en que estamos dispuesto a hacernos débiles. Talvez para el mundo resulte algo ilógico querer ser débil, cuando ellos dicen, “sé fuerte, sé hermoso, sé rico “; más Dios nos dice en Mateo 5: 3 “Bienaventurados los pobres de Espíritu porque de ellos es el reino de los cielos”, esto es lo que nos declara para que podamos entender y experimentar la verdadera fortaleza que sólo está disponible en él.

Por todo lo que hemos expuesto, es importante que usted reciba a Jesucristo en su corazón como su único Salvador Personal y pueda tener un encuentro genuino con él, ya que de esta forma podremos vivir confiados porque estaremos “Viviendo bajo la protección de su fortaleza”.



Que el Señor les bendiga y les guarde.







ministerioluzdevida@hotmail.com











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